Cuando, a las 20 semanas de embarazo, Mhairi rompió aguas, los médicos comenzaron a prepararla para un aborto. “Es un feto no viable”, le dijeron directamente. Esta semana, aquel ‘feto no viable’, de nombre Jett Morris, ha cumplido un año de edad. Un año de fuerza, de tenacidad y sobre todo, de amor de unos padres que, con determinación, decidieron tener a aquel niño que nació cinco semanas después de romper aguas.
Con apenas 25 semanas de gestación, pesó poco más de 600 gramos al nacer. Sus padres rechazaron los consejos médicos, que les habían aconsejado abortar.
Según narra el Daily Mail, los médicos del Hospital de Surrey que les atendieron les dieron poco más de cinco minutos para tomar la decisión. Su madre, Mhairi, asegura que “no le veían todavía como un niño, sólo lo llamaban ‘feto no viable’. Era muy frío y estaba devastada”.
“Entiendo que los médicos tienen que decirte el peor de los casos y deben ser duros, pero no hay dos personas en este planeta que sean exactamente iguales y los médicos no dieron ni una oportunidad a Jett”.
“Cuando volvió (el médico) y Paul y yo habíamos hablado y le dijimos que no ibamos a ir a la sala de operaciones, el médico miró su reloj y nos miró con desaprobación, como si estuviera perdiendo el tiempo”.
Mhairi fue dada de alta pero pocas semanas después comenzó a sangrar y corrió al hospital. Tuvo que ser trasladada a la ciudad de Porstmouth, ya que su centro local no estaba equipado para tratar a niños nacidos de 28 semanas.
Los médicos les advirtieron que su hijo tendría problemas cerebrales y que seguramente moriría al nacer, pero ahora el tiempo les ha demostrado lo contrario: cuando salió, Jett dio un pequeño gritito y fue metido inmediatamente en una incubadora. Ha desafiado así a todos los problemas de corazón y de pulmón, siendo dado de alta tres meses después de nacer de manera prematura. Esta semana cumplía, a modo de desafío, el año de edad.